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En el loop del diseñador

Diseño de experiencias

En el loop del diseñador

Cada nuevo proyecto despierta la ilusión. Generalmente ocurre así: abres Slack, ves una notificación en el canal #buenas-noticias y ahí está el mensaje: “¡el proyecto xx ha entrado en el equipo!”. Estas pocas palabras son el arranque de toda la maquinaria: primeras reuniones con cliente, construcción del brief, definición de indefiniciones, alineación, homogeneizar ideas, alinear expectativas, aclarar dudas, benchmarks, recopilar materiales… y solo estás comenzando un proceso que en realidad no acaba de terminar nunca para un diseñador. Con las ideas un poco más claras y un alcance definido, preparas la propuesta intentando tener en cuenta todos los componentes: piensas en la estrategia, en experiencia de usuario, usabilidad, diseño, front-end, programación, gestión, entregas, publicaciones, analítica, métricas y los mil detalles que hacen parte de cada proyecto. Preparados, listos… Comienza la carrera, generalmente desde la conceptualización: tiempo para construir el entorno de tus usuarios, los user persona, user journey, diagramas de flujo, interacciones, intentando planificar y abarcar todas las posibilidades para que, sea cual sea el proyecto y sus objetivos, todo tenga sentido y solucione el problema o la necesidad del cliente, para quien estás invirtiendo todos tus esfuerzos.

El gran reto como diseñador es lograr comunicar y encajar el pequeño universo de cada proyecto en el imaginario colectivo.

Es el momento de sentar las bases y empezar a aterrizar ideas mediante wireframes, juegos de cajas y estructuras que permiten probar y validar para ir sobre seguro. De los wireframes saltas a prototipos, generalmente low fidelity, aportando avances y soluciones que te permiten tener una idea más cercana de las funcionalidades reales, donde lo importante es evaluar los flujos de información que estás planteando. Cada diseñador tiene su acercamiento, para mi un buen inicio siempre es el papel, hacer bocetos rápidos y comenzar a materializar ideas, intentando que la exploración sea veloz con el fin de ganar tiempo a la hora de producir y refinar el producto final. Entra en escena la creatividad, el deleite visual y emocional, el derroche de ideas, inspiración, prueba y error; en definitiva, aquel estado en el que te gustaría estar siempre, creando y generando formas de ver e interpretar la realidad, la misma realidad que se convierte en un arma de doble filo cuando tienes que tocar las sensibles fibras del gusto, de tu cliente, tu jefe o tu equipo, ya que todos queremos imprimir en nuestro entorno el sentido estético que llevamos dentro. Diseño Proyecto DinubePasan los días y con ellos las tormentas y epifanías mentales. Logras una idea, un concepto, defines el camino que te gustaría seguir y comienzas a trabajar. Una de las tareas más difíciles es estimar en el tiempo los esfuerzos creativos que según el día, el ánimo, el contexto e incluso la suerte pueden variar: no hay regla, sistema o experiencia que te permita definir a ciencia cierta cuánto esfuerzo y dedicación tomará un proceso creativo. Traduces esa idea o concepto en elementos gráficos, utilizando distintas herramientas como Style tiles, Mood boards, prototipos… y aplicándolas de distintas formas para explorar de forma rápida y versátil los acercamientos a las unidades básicas del proyecto a nivel de tipografía, color, imágenes, probando estilos y combinaciones fuera de los formatos estructurales que requieren mucho más trabajo.

Como diseñador tienes el compromiso y la obligación de velar por la correcta implementación de lo que has ideado, pero más allá de esto, de aprender de tu trabajo.

Con sensaciones claras es momento de decidir la línea gráfica a seguir y comenzar a desarrollarla. Consigues una solución visual adecuada para el proyecto, acorde con el lenguaje y el mensaje que quieres comunicar, compones las páginas principales, pruebas los contenidos, los sistemas que has definido, las cosas comienzan a funcionar y a tomar vida propia, es hora de validarlas con el cliente. El gran reto como diseñador es lograr comunicar y encajar el pequeño universo de cada proyecto en el imaginario colectivo. Presentaciones, discusiones, argumentaciones y reflexiones ocurren para que la propuesta sea aprobada. Respiras hondo, relajas los músculos y te das la merecida palmadita de la primera pequeña victoria: “¡lo hemos conseguido!”. De aquí en adelante el proyecto requiere trabajos más técnicos y funcionales, front end, desarrollo, SEO, ... tiempo para producir y materializar el trabajo realizado previamente. Diseño proyectos Marola y SpradlingPero ahí no termina la historia, realmente nunca deberíamos hablar del fin de un proyecto, aún cuando lo entreguemos a cliente por completo que parezca y sea él quien se haga cargo de administrarlo y actualizarlo. Como diseñador tienes el compromiso y la obligación de velar por la correcta implementación de lo que has ideado, pero más allá de esto, de aprender de tu trabajo, medir, evaluar, probar, modificar, volver a medir y mantener en constante evolución este pequeño que ha nacido de ti y que crecerá por todo el tiempo que estés con él o que llene las necesidades para las que fue creado. Cada tanto vuelvo sobre mis pasos para dar una mirada a esos proyectos que ya están entregados y que quisiera ver funcionando como un día pensé que lo harían, también con la intención de evaluar eso que hice hace tiempo y que si volviera a hacer posiblemente abordaría de otra forma y con un criterio distinto. La eterna auto-crítica que te hace mirar hacia adelante con ganas de hacer mejor las cosas... En esto radica el loop del diseñador.  

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